El sábado 19 fuimos a presentar nuestro cuento a la librería
La Otra de Valladolid. Cuando
llegamos nos dimos cuenta de que habíamos olvidado las ilustraciones de tela en
Cantalejo. ¡A 90 km de la librería!
Después del sofocón, y gracias a la cálida acogida de Arantxa,
convertimos el despiste en ingrediente emocionante de esta especial
presentación.
¿Sería capaz un vecino
de Cantalejo de encontrar la caja con las telas, dárselas a una taxista y que esta
se presentase en la librería en un tiempo record para que las autoras pudieran
contar a los niños de Valladolid el cuento?
Así empezó la
intervención. ¿Lo conseguirá?-pensaba Alonso. ¿Será verdad lo de la taxista?-cuchicheaba
Miguel a Álvaro. Estos cuentacuentos tienen una inventiva…- decía para sí el
novio de mi compañera Julia.
Nos presentó Juan.
Tomamos la palabra. Hablamos de lo que maestros y padres podían trabajar con el
cuento y hasta de los orígenes del lenguaje…
Los niños, de vez en
cuando miraban por la ventana a ver si veían un taxi y llegaba la caja y la
taxista.
Seguimos hablando de
lagartos, de costura, de la dignidad de los rotos, del roto más grande de todos
los rotos que es la muerte…
Los niños, escuchaban,
atentos, a ver si oían derrapar el coche de la taxista que tenía que cumplir la
misión de traer las telas a las contadoras de cuentos.
¡Pero nada! ¡No
llegaban!
Entonces la autora
como vio que las niñas y los niños parecían inquietos les dijo:
Como ya hemos hablado
del Lagarto y del roto y hasta del origen del lenguaje y se nos han acabado las
palabras para la presentación, tenemos que tomar entre todos una importante
decisión. Tenemos dos alternativas y vamos a votar.
A) Podemos hacer una pausa y esperar a que
llegue la taxista con las telas.
B) Podemos no esperar y contar el cuento de
papel.
Salieron veintisiete
votos a favor de A y tres a favor de B. Álvaro le dijo a Miguel: ¡Era verdad lo
del taxi! El novio de Julia susurró: ¡No me lo puedo creer, estos de Segovia,
se lo han dejado de verdad!
Y en estas, se oyó un
coche derrapando, sonó el móvil. La escritora lo cogió y sonrió. La ilustradora
salió a la calle. La taxista le dio las telas. La ilustradora dio un abrazo a
la taxista y los niños aplaudieron cuando apareció la cajita de madera con las
ilustraciones en la librería.
Entonces se hizo el
silencio:
“Lagarto tenía cuatro patas,
un abuelo alegre y unos ojos muy grandes para mirar a las nubes y a los
renacuajos….”
¡Toda una aventura, cargada de tensión y xon un final feliz! Gracias por todo el arte que tenéis familia :)
ResponderEliminarU abrazo. Como salió referzado el cuento tu
ResponderEliminarLa imaginación hecha realidad.Que bonito. Todo es posible cuando el "GENIO"y el "INGENIO" caminan al unísono. De la metáfora del cuento del lagarto, precioso por cierto para paqueños y grandes,dio lugar a que se abriera un debate
ResponderEliminarun debate entrambas generaciones muy pedagogico "someter a votación la opinión de los asistentes al acto sobre que hacer si no llegaban
Las telas en cuestion . Como justificar el olvido de esas telas?Ahi aparece la imaginación , el ingenio. Hacer un relato parecido a un uento pero, veridico. Fue estupendo me gustó mucho.
Bye GC
ResponderEliminar